Flugscham es lo que los alemanes utilizan para expresar la culpa de volar a algún lugar, sabiendo que están contribuyendo al empeoramiento del cambio climático. En otras palabras, vergüenza de volar.
Un vuelo de ida de Berlín a Barcelona te costará sólo 40 euros. Puedes hacer un viaje de trabajo de 12 horas a Ámsterdam y llegar a casa a tiempo para la cena desde prácticamente cualquier lugar de Europa. Puedes coger 12 vuelos en un año, sin pensarlo mucho.
Echa un vistazo a este itinerario de viaje de 12 meses si no nos crees.
Enero: 3 noches en Brujas.
Marzo: Conferencia sobre el trabajo de 48 horas en Lisboa.
Mayo: Un salto de 2 semanas a una isla en Grecia.
Junio: Viaje de negocios de 12 horas a Ámsterdam para la reunión anual del equipo.
Noviembre: Viaje de 7 noches a Tenerife para tomar el tan necesitado sol de invierno.
Diciembre: Escapada de Nochevieja a Londres.
No parece muy absurdo, ¿verdad? Pero en cierto modo lo es.
Esta pandemia nos ha hecho pensar mucho sobre el papel que jugamos en este ecosistema en el que vivimos en la Tierra. En cómo nuestras acciones individuales contribuyen a un resultado más amplio y colectivo.
El profundo deseo de viajar siempre va a arder con fuerza, aunque todo el mundo sabe que los viajes aéreos frecuentes son insostenibles.
Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar una catástrofe climática inducida por la aviación?
La respuesta está en los cambios culturales, como…